Celaya

Polo El de Las Necropsias

Lo conocí por aquellos años de principios de los 70s. cuando se me asignaron algunas labores de cubrir hechos policiacos cuando inicié en El Sol del Bajío.

Por aquel entonces, a finales de los 60s. el Hospital Civil era el edificio que ahora es la escuela “Benito Juárez” en la esquina de Hidalgo y Leandro Valle, y precisamente arriba del dintel en la puerta principal, se lee que es el Hospital Municipal que por instrucciones de Porfirio Díaz se construyó en esta ciudad.

El hospital obviamente que no era la construcción que hay para cubrir las necesidades de una escuela.

En el patio había un gran jardín, con varios pasillos que terminaban en el centro en donde había una fuente; alrededor de lo que ahora son las aulas de la escuela, eran habitaciones en las que se atendía a los enfermos de acuerdo con su gravedad y dispuestos por los médicos.

Por la parte oriente, en lo que es la calle, más bien ahora un callejón, el de Melchor Ocampo, había una puerta por la que ingresaban y salían los cuerpos de víctimas de accidentes o de fallecidos en riñas, y caídas de sus propias alturas, personas que por el exceso de alcohol eran comunes entre campesinos principalmente que estrellaban sus cráneos contra los empedrados de la mayoría de las calles de la Celaya pueblerina.

Polo, que hasta dónde supe comenzó con el “levantamiento de los cuerpos”, para apoyar a los policías con uniformes color verde con un fusil al hombro, porque no cargaban pistola como ahora, en las “Julias” que eran las unidades patrulla de la época parecidas a las “Van”, porque carecían de ventanillas.

Con el paso del tiempo, Polo se aplicó en auxiliar a los médicos legistas, porque se habituó a observar en los cuerpos heridas sangrantes, su descomposición, mutilaciones y todo lo que para otras personas les causan malestar y ni les permiten dormir después de observar las heridas de todo tipo.

Polo no se amedrentó, ayudó a los médicos legistas a realizar su trabajo.

En aquellos tiempos, el agente del Ministerio Público cuando estaba de guardia, llegaba, a veces dos o tres horas después o más, -si no estaba en una fiesta o reuniones privadas-.

No había listones, no había Guardia Nacional, Ejército o Fedepales los mismos vecinos cubrían el cuerpo de las víctimas con algunas telas.

Tuve la experiencia, más de una vez, de “ayudar” al Ministerio Público a auscultar a las personas víctimas, como en el caso de varios muertos a balazos, y sacar de sus bolsas las pertenencias para identificarlos.

Pero ahí se siente lo peor, porque uno de los muertos era el padre de por lo menos seis niños, con edades de por lo menos un año de diferencia entre hermanos y la madre, una mujer de un metro 50, al igual que su esposo, no paraba de gritar, llorar y los hijos igual.

Después llegaron los policías y retiraron a los familiares y curiosos y pudo el Ministerio Público hacer su trabajo.

En esos momentos Polo estaba listo para hacer los levantamientos cuando recibiera la orden.

Luego del traslado a la morgue, o mejor dicho a la plancha de granito, -aunque ahora es de acero-, recibía instrucciones del médico legista.

Cubría, o llenaba los formatos legales que correspondían a los legistas, pero para el Ministerio Público era “legal”.

ESPANTO PARA LOS REPORTEROS

En una ocasión, el cuerpo de una mujer fue trasladada a la “plancha”, que ahora se llama del Servicio Médico Forense”-SEMEFO-, y por cubrir la información, nos permitieron la entrada en donde Polo realizó su trabajo.

Solo que esta vez era de noche.

Polo un hombre de unos 30 años, de complexión poco robusta, pelo entre cano y muy parco en su hablar.

Cuando realizaba su trabajo lo hacía de manera profesional, pero era atento con los compañeros fotógrafos y los ayudaba a que cumplieran su ocupación para que los vecinos identificaran a las víctimas.

Una ocasión, cuando se localizó el cuerpo de una mujer a le se tomarían fotos para publicarla y facilitar su identificación, los compañeros fotógrafos nunca pensaron en su experiencia.

La gran sorpresa que se llevaron fue que cuando tomarían las fotos, el cuerpo se sentó en la plancha.

Fue un gran corredero de reporteros, pero Polo, con toda la calma del mundo le dijo al cuerpo, “tranquila, tranquila, no pasa nada, vuelve a dormir”, el cuerpo se acostó y no hubo más problema, mientras siguió con su trabajo para extraer las vísceras con las que los médicos sabrían a ciencia cierta cuáles fueron las causas de su muerte.

Después nos explicó que como el cuerpo ya tenía varios días de fallecida, estaba lleno de gases y al manipularla para comenzar con los estudios de la necropsia, solo los dejó escapar pues los tenía en el estómago, salieron y el cuerpo regresó para acostarse y ya no sucedió nada más.