Por: José Luis Ramírez
El sushi de Márquez Márquez.
Los palafitos le fallaron al Ciudadano Márquez con Honda, la joya de la Corona. ¿O qué? ¿Ni chinampas le pusieron? Con una inversión de 16 mil 500 millones de pesos, al cambio actual, Honda nos plantó su mega planta, con una tecnología de primer mundo, como solo ellos lo saben hacer. Las inundaciones recurrentes, y la del año pasado ya habían encendido los focos rojos, pero la del viernes pasado, realmente es inverosímil porque estaba anunciada desde el momento en que la presa Allende, empezó a subir y subir hasta llegar prácticamente a su límite de desfogue. Cuando se desfogó, ya las lluvias anunciaban los estragos.
Como todos sabemos, Honda se desplantó en un terreno y en una región que por su propia naturaleza se inunda cíclicamente. Eso lo sabemos desde 300 años antes de la llegada de los españoles a “la tierra baja”. ¿Por qué se escogió un lugar así para un desarrollo industrial, que detonaría la economía regional, y nacional? Y si se decidió hacerlo en ese lugar, ¿por qué no se contrató mínimamente a los constructores de chinampas de Xochimilco? Seguramente los inversores japoneses, hubieran colaborado con las caguamas, y el sushi.
Parte de la tarea de Conagua, y su actual delegado, que por cierto se apuntaba diligentemente para ser candidato a la presidencia municipal de San Miguel Allende, es precisamente revisar las presas, los cauces y las riberas de los ríos para impedir contingencias. Desde luego, los ayuntamientos y específicamente, Protección civil, están obligados a mantener una revisión constante de estos lugares, para evitar tragedias humanas y catástrofes. De cierto, es una responsabilidad compartida entre el gobierno federal, estatal y municipal.
Las presas, y en este caso, los cauces y las riberas del rio Laja, debieron de haberse limpiado para mantener los niveles de captación y desalojo de agua de manera prudente y cuantificada. ¿Estábamos ante una inundación anunciada? ¿La ciencia y la tecnología no sirven para prever desastres?
Si usted recuerda, las primeras civilizaciones a las que nos remitimos para ilustrar el avance o uso de la tecnología, eran aquellas que usaron los “palafitos”, es decir, aquellas que vivían en regiones inundables, pero que estaban a salvo, gracias a que enterraban enormes vigas o troncos de árboles en el suelo para construir sobre ellas sus precarias, pero seguras casas. Yo estoy sorprendido, y desconsolado porque en el “bajío”, esas técnicas rupestres las hemos olvidado con estas consecuencias.
Ignoro cuanta lluvia aguanta nuestra tolerancia a la omisión gubernamental; ignoro cuanta lluvia aguantará la paciencia shintohista de los japoneses; del mismo modo, ignoro cuanta lluvia resistirá nuestra ciudad y nuestras casas, pero no ignoro que los responsables tienen nombre y apellido. Una inundación como la sufrida hace 45 años, ya es intolerable, no porque le podamos fijar un límite al cielo y su lluvia, sino porque se ha desarrollado un portentoso conocimiento tecnológico para el diseño, construcción y desarrollo de las ciudades, y en ese mismo sentido, tecnologías digitales, y satelitales que nos permiten usarlas para prever daños patrimoniales y físicos a los ciudadanos.
Una ciudad amable, ¿es aquella que se inunda a la primera descarga del cielo? ¿No le parece desproporcionado el discurso “desarrollista” del gobierno estatal, cuando las medidas más elementales para la construcción de un “emporio automotriz” no se tomaron? La denominación “región laja-bajío”, no puede ser más explícita en cuanto a su situación geográfica y su condición pluvial. ¿Qué parte de las tres palabras anteriores estaban escritas en el hielo?
El desplazamiento del agua y desbordamiento de sus cauces comenzó desde Dolores Hidalgo, y se contuvo en San Miguel de Allende, después del desfogue siguió por Comonfort, Celaya, a través del rio Laja y finalmente en Salvatierra y Yuriria. No afectó de manera trágica vidas humanas de los hogares de las riberas del rio, pero sí, en algunos casos, su patrimonio.
Como siempre, los vuelos de reconocimiento para observar los alcances del daño se hicieron espectacularmente, pero sería interesante que nos informarán cuantos vuelos se hicieron antes para prevenirlos, y qué hicieron. Dejar la vida y el patrimonio de las personas “a la buena de Dios”, es una irresponsabilidad.
Los especialistas en el tema desde hace años señalaban la urgencia de establecer acciones como la “la retención, almacenamiento y derivación del agua, a través de las presas; además de modificaciones al cauce de los ríos, construcciones de bordos y muros de encauzamiento” para evitar daños y contingencias.
Igualmente destacaban la elaboración de mapas de peligro, vulnerabilidad y riesgo a nivel municipal. Así como el establecimiento de programas de protección civil y la difusión de medidas preventivas antes de cada temporada de lluvias, dirigidas a los diversos sectores de la población. ¿Cuántas de estas acciones se realizaron? Los hechos hablan por sí solos.
La postal de este desastre “natural”, desde luego servirá para solicitar los consabidos apoyos gubernamentales del FONDEN, y como siempre, llegarán tarde y nunca, o se extraviarán en el camino para luego aparecer en forma de “riqueza inexplicable” de algunos funcionarios, pero la morralla como las despensas y cobijas, seguramente las veremos en alguna de estas semanas con descuento en los tianguis, o para alguna acción afirmativa de carácter político. Son tan predecibles sus gestiones como su desidia. De verdad, quisiera equivocarme.
Como usted sabe, el ciudadano Márquez inundado de abnegación y solidaridad nos visitó, anunció que apoyará a los afectados con el seguro catastrófico que su gobierno ha comprado. Después de oír esto, uno no sabe si reír o llorar, porque no estamos como para reír, y para llorar menos, porque unas gotas mas de agua y Honda no la cuenta. Ya veremos.
Por cierto, no olvidemos que apenas empiezan las lluvias, y parece ser que los japoneses ya lo saben. Dicen que no les está gustando nuestra tradición chinampera, ni el sushi a la celayense que les preparó Márquez Márquez. ¿Se irán?
Revolcadero.
El ciudadano Lemus “haciendo lo correcto”, no espero las ofertas de julio regalado. Consiguió camisolas $ 1,897.00, pantalones a $1,796.00, botas en $ 1,998.00, pero donde se pulió como marchante fue en la compra de gorras, a 548.00 pesos cada una. Desde luego, serán para nuestra elegante, distinguida y bien portada policía municipal. En total un ofertón: 1500 uniformes “tácticos” a $ 6,239.00 cada uno, lo que no han dicho, es si son Versace, o Kelvin Klein. Pero seguramente usted adivinará la marca.
Recordemos que en diciembre pasado gastaron poco más de 12 millones con el mismo motivo. Por cierto, son recursos federales (Fortaseg), auditables desde luego.