Cultura

CRÓNICA DEL PÁJARO QUE LE DA CUERDA AL MUNDO

Por Jeremías Ramírez Vasillas

 

Haruki Murkami es un escritor japonés que divide las opiniones. Hay quien creen que escribe basura, y lo odían; pero hay otros que lo adoran. Y se cuentan por millones a sus seguidores; muchos de ellos ruegan al cielo para que le den el Premio Nobel de literatura.

En lo personal, hay novelas que me gustan (Kafka en la orilla, Tokio blues, Al sur de la frontera, Al oeste del sol…) o algunos ensayos (De que hablo cuando hablo de correr) y hay otras que repudio, como El fin del mundo. Y he jurado ya no leer una novela más de este escritor.

En su descargo, permitánme decirles que descubrir a Murakami fue providencial: vivía en ese entonces (2009) una parálisis como escritor, estaba seguro que lo que escribía eran una sarta de tonterías. Entonces compré El pájaro que le da cuerda al mundo. Y lo compré porque vi que un amigo lo leía.

De entrada me pareció un título extraño para una novela. Me hacía pensar de que se trataba de un libro de acertijos, —en realidad creo que es eso— cuya extensión daba susto: tiene más de 900 páginas, las cuales, sin embargo, se leen velozmente. Sin embargo, Crónica del pájaro que da cuerda al mundo es una de las novelas más entretenidas que he leído. Y prácticamente es imposible dejarla.

            Pero el título además hizo que me surgiera una pregunta: ¿Hay un pájaro que le da cuerda al mundo para que éste siga funcionando como si fuese un viejo reloj mecánico? Al principio Murakami justifica el título: Tooru Okada, su protagonista, cuenta que ciertas mañanas, cerca de su casa, se detiene un pájaro que hace un ruido como si alguien le estuviera dando cuerda al mundo. No sabe cómo es ni a qué especie pertenece, pues nunca lo ha podido ver. Esta extraña ave, fabulosa, fantasmagórica, extraordinaria, es una especie de señal para abrir las puertas de un mundo mágico, un mundo paralelo, onírico, pesadillesco, donde Okada deberá luchar contra fuerzas intangibles.

Tooru Okada es un hombre joven, sin ambiciones y sin metas. Acaba de dejar su empleo: era asistente en una firma de abogados, pero renunció porque se aburría. Y sobrevive con el sueldo de su esposa. Mientras ella trabaja, él se encarga de las tareas domésticas. Esta situación inicial promete aburrimiento, pero la novela no lo permite, pues de inmediato surge algo inusitado: una mujer que Okada no conoce le llama por teléfono. Ella sabe mucho de él. Molesto, le cuelga. Más más tarde ella vuelve a llamar y la charla deriva hacia el terreno sexual. Okada, incómodo, le vuelve a colgar. Poco después le llama otra mujer: Malta Kanoo, quien ha sido contactada por Kumiko, esposa de Okada, a través de su hermano Noboru Wataya, un sujeto oscuro y maligno que va haciéndose importante a lo largo de la novela. Esta mujer tiene ciertos poderes adivinatorios y Kumiko le ha encargado dar con el paradero de su gato que se ha perdido. Esta mujer, Malta Kanoo, introduce a su hermana, Creta Kanoo, una mujer vestida como de los años sesenta que aparece de pronto en los sueños de Okada teniendo relaciones sexuales con él. Los extraños acontecimiento se empiezan a volver frecuentes: un teniente le cuenta a Okeda sobre un pozo que hay en una casa abandonada cerca de la suya, justo en la parte posterior de la casa de May Kasahara, una adolescente de 16 años que ha decidido dejar la escuela y trabajar ocasionalmente como encuestadora de una empresa fabricante de pelucas para caballero, y con quien mantendrá pláticas muy peculiares y le manda cartas donde le cuenta su vida en un internado. En su primera incursión al pozo, Okada pasa varios días dentro y entra a una dimensión extraña donde hay un singular hotel en cuyo cuarto 208 está la misteriosa mujer que le ha hablado por teléfono al inicio. Y como si ella siguiera al teléfono, él oye pero no la ve porque el cuarto está siempre en penumbra. En estas incursiones va descubriendo un mundo que parece ser el mecanismo que le da cuerda al mundo, es decir, que lo sostiene y permite su imperturbable marcha. Y es a través de estos viajes que logra liberar a su mujer del yugo a que ha sido sometida por su hermano.

            Todo este mundo narrativo extraño está contado en tres grandes secciones, subdividos, a su vez, en diversos capítulos donde se dan cita los personajes de la novela; el cuñado de Okada: Wataya, las hermanas Kanoo, Mary Samsara, el gato, el coronel, y los personajes misteriosos de la tercera parte: Nutmeg Akasaka y su hijo Cinnamon quienes ayudan a Okada a encontrar su camino y el éxito, trabajando en algo que nunca sospechó que era capaz: resolver problemas psicológicos y emocionales de la gente.

            El primer impacto que me produjo su lectura fue como una revelación. Me dije. Si este escritor famoso y que vende mucho se atrevió a escribir estas cosas absurdas, pero fascinantes, por qué yo no. Y ya sin miedo, plasmé lo que se me ocurría, por estúpido que fuese. Resultado: escribí el libro Arañas en el silencio, un libro de minificciones que publicó Ediciones la Rana (Guanajuato, en el 2011). Y poco después, escribí El guerrero la doncella y otras estatuas, con el que obtuve el Premio Nacional de Cuento Efrén Hernández, 2013.

            Mi conclusión fue que un libro o un escritor, por muy mala imagen que pudiese tener, puede inspirar, orientar, impulsar. Puede que a muchos les parezca un bodrio El pájaro que le da cuerda al mundo pero para mí es una de las novelas más extrañas y fascinantes que he leído. Y me impulsó a leer más obras suyas.

Hoy, ya he dejado de leerlo, pero me queda un sentimiento de gratitud con este escritor que destrabó mi mecanismo creativo.