Jeremías Ramírez Vasillas
Nadie ha podido calcular con precisión qué cantidad de ediciones o publicaciones tiene la Biblia. Confidential, dice que “en sus diferentes ediciones e idiomas se estima que el texto sagrado del cristianismo se ha impreso entre 2.500 y 6.000 millones de veces”[1]. Yoopit, dice que se han realizado 3,600 millones de impresiones[2]. La página TGC dice que “Un estudio de Bible Society determinó que entre 1815 y 1975 se imprimieron 2.5 mil millones de copias, pero se dice que en realidad podrían haber sido hasta 5 mil millones. Bible Society, reportó que en el 2014 distribuyó 34 millones de copias completas de la Biblia”[3]. Mientras que Protestante digital afirma que se han vendido “3.900 millones de unidades en el último medio siglo la Biblia…”[4], y todo ello sin contar las ediciones digitales que circulan profusamente en la red.
Y agrega TGC: “Aunque la Biblia es el libro más distribuido en el mundo, aún queda mucho por hacer. A pesar de que se ha traducido completa en más de 600 idiomas, y 1,400 de ellos tienen acceso al Nuevo Testamento, todavía hay más de 1,600 idiomas en los que la Biblia no está disponible”.
Pero en toda esta difusión hay algo que nadie ha contabilizado: su número de lectores. Y en ese terreno, me temo que, a pesar de estos tirajes millonarios, es el libro que, en términos porcentuales, el menos leído, porque su lectura se ha ido acotando al ámbito religioso, particularmente a las iglesias protestantes, que es donde se lee más. Y en los últimos años ha ido perdiendo el favor de los amantes de los libros y de los intelectuales, a diferencia de otros siglos cuando los escritores consideraban a la Biblia como un importante referente de un gran valor literario y era considerado como la guía espiritual más relevante aunque no fuesen asiduos a alguna iglesia.
Y quizá a estas alturas de este artículo una pregunta les ronda: ¿por qué es importante este libro para los ciudadanos del siglo XXI? ¿No ha sido desbancada por la ciencia pues es la ciencia la que tiene muchas respuestas a muestras interrogantes?
Quienes por alguna razón nos hemos atrevido a leer algunas de sus múltiples versiones encontramos que es un libro que brinda muchas respuestas al enigma humano y nos depara muchas sorpresas. Por ejemplo, nos revela que muchas de las formas culturales, dichos populares, frases célebres, historias de enorme calidad moral, están ahí y las hemos oído, las hemos repetido y han configurado en muchos sentidos nuestra cultura y nuestra forma de pensar, sin sospechar que vienen de la Biblia.
Las frases: “Nada nuevo hay bajo del sol”, o “Dar al César lo que es del César…”, “No echen sus perlas a los cerdos”, “Hágase la luz”, entre muchas otras, aunque no lo creamos, provienen de la Biblia.
Una amiga le recomendé que leyera El Eclesiastés. Allí iba a encontrar respuestas a sus dudas. No quería, pero le ganó la curiosidad, y lo leyó. Me comentó sorprendida: “Cómo es posible que este libro que se escribió hace unos 11 ó 12 mil años y se sienta tan actual, tan contemporáneo”. Y agregó que en ese libro descubrió el origen de muchas frases y sentencias que ya conocía o había oído, pero no tenía la más mínima idea de dónde venían.
Para adentrarnos en el contenido de este libro cabe señalar que La Biblia está dividida en dos partes: el Antiguo Testamento (que contiene 39 ó 46 libros, las versiones católicas) y tiene 27 libros el Nuevo Testamento de todas las versiones.
En el antiguo Testamento están todas las leyes (en los 5 primeros libros atribuidos a Moisés), la historia del pueblo judío (y de la humanidad) desde el origen o creación, pasando por un periodo prediluviano que termina con Noé y su arca, y luego posdiluviano, con la aparición de Abraham, el padre fundador de Israel, sus hijos, su refugio en Egipto por la hambruna, los 400 años de esclavitud, la liberación a cargo de Moisés, la posesión de la tierra prometida, los jueces, y la historia de los reyes, desde Saúl hasta Sedequías, el cautiverio babilónico, el retorno, los 400 años de lucha contra los imperios que los subyugaron (esta lucha está escrita en los libros de los Macabeos incluido en las versiones católicas). Contiene, además, dos libros poéticos: El cantar de los cantares, que es el más hermoso poema de amor y Lamentaciones; los Salmos (es una colección de cánticos de adoración), los libros sapienciales (Eclesiastés y Proverbios), los libros proféticos: Isaías, Jeremías, Ezequiel, Daniel, Jonás, Amos, etc.
Y el Nuevo Testamento está conformado por los 4 evangelios, el libro de Los Hechos de los apóstoles (que contiene la historia de los primeros años de la iglesia), las cartas de San Pablo (13 cartas)), las de San Pedro (3), San Juan (3), Santiago (1) y Judas, no el Iscariote (1) y termina apoteósicamente con el Apocalipsis, el libro más complejo y más conmovedor.
Quizá muchos de quienes comienzan a leerla y pierden el gas se debe a que requiere cierto tino, cierta orientación, cierta guía, pues tan pronto nos enfrentamos a esas largas genealogías, o las numerosas leyes, o a las complicadas profecías, abandonamos la lectura, e incluso podemos pensar que es un galimatías sin sentido.
Si bien, algunas de sus historias han trascendido y son del dominio popular: la Pasión de Cristo, las historias de David, la historia de Jonás (el hombre que se lo tragó tres días un gran pez), la de Sansón, Dalila y los filisteos, y sabemos de su fortaleza, equiparada a la Hércules, el nacimiento de Cristo o Navidad, los magos del oriente (que el evangelio no nos dice que sean tres ni que sean reyes).
Desafortunadamente casi todas estas historias han sido trastocadas por los agregados, las componendas, las tradiciones o por versiones fílmicas o narrativas, son del dominio popular.
Sin embargo, hay que subrayar que la Biblia es un libro que cuando lo leemos en serio y sin prejuicios empezamos a encontrar gemas, enseñanzas sublimes, que podrían hacer de la vida algo maravilloso. Por ejemplo, las enseñanzas de Cristo no tienen parangón y nos dejan meditando un buen rato.
Y de ciertas historias, como La Parábola del Hijo pródigo, se han escrito reflexiones de una enorme sensibilidad como El regreso del hijo pródigo de Henri J. M. Nouwen, sacerdote canadiense que se inspiró en la pintura emotiva y estremecedora de Rembrandt que pintó en 1662 y en la parábola (que aparece en el Evangelio de San Lucas).
Por ello, este gran libro, la Biblia, pide que lo leamos sin prejuicios. Más de un lector le ha entrado con una actitud abierta y ha encontrado un libro apasionante. Borges, entre muchos otros, fue un admirador de este libro, lo mismo que Cervantes o Becquer o León Felipe.
Si alguien quiere leerla se preguntará ¿Qué versión es recomendable? Si la leemos por primera vez, tal vez Dios habla hoy la Nueva Versión Internacional o la Biblia Latinoamericana o la Reina Valera, que están traducidas en lenguaje sencillo, particularmente Dios habla hoy son las más adecuadas.
Esta Semana Santa que recién empieza, si no se pudo ir a la playa, y siente curiosidad de comprobar si las representaciones (escénicas o cinematográficas) son fieles a los evangelios, es un buen motivo para leer la fuente primigenia esta historia que cada año es escenificada en diversas partes del mundo. Y es posible que descubra, como Colón, un maravilloso mundo inexplorado que le cambiará la vida para siempre.
Deje de un lado sus prejuicios (particularmente los intelectuales) y éntrele, ahora que puede conseguir un ejemplar de la Biblia gratuitamente en el internet y que puede leer en su teléfono en su Tablet, y algunas versiones con hipervínculos que lo llevan a diccionarios o a estudios explicativos.
[1] https://www.elconfidencial.com/alma-corazon-vida/2015-07-25/estos-son-los-11-libros-mas-leidos-de-la-historia_930664/
[2] https://www.yoopit.com/libros-con-mas-impresiones-del-mundo
[3] https://www.coalicionporelevangelio.org/articulo/la-biblia-el-primer-libro-impreso-y-el-mas-vendido-curiosidadesbiblicas/
[4] http://protestantedigital.com/cultura/28884/La_Biblia_libro_mas_vendido_en_el_ultimo_medio_siglo