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FRAN, LA MUERTE QUE NOS ACECHA

Crónica.

Por: José Luis Ramírez

El martes 29 de enero mucha gente esperaba el resultado del premio mayor de la lotería. El azar, que también le llaman suerte, determinaría quién sería el ganador de 80 millones de pesos. Ese mismo día Francisca, enfiló en un taxi hacia la central camionera, llevaba sus aretes en forma de perla, y seguramente esa sonrisa que siempre le lucía en el rostro. Tomó un autobús a San Miguel de Allende, llegó, y se enfiló por la calzada de la estación.

El azar no es destino, ni la suerte tampoco. Francisca, cursa una Maestría en el Instituto Tecnológico Regional de Celaya, es ingeniero en Bioquímica. Su alma mater, el ITC es una escuela de gran prestigio en la región. Carga en su espalda su mochila morada con detalles café, con ella se mueve de un lugar a otro, lleva su pasado, su presente y sus sueños. Es estudiosa, mide 1.55 metros y su pelo rizado, corto, no le disimula su sonrisa en las fotografías que empiezan a circular por las calles. Ya han transcurrido tres días, y no hay noticias de ella.

Anuncios sobre Fran empiezan a circular en las redes sociales, nadie se explica porque pudo haber desaparecido. No es una noticia común. En la comunidad lince se gesta la incertidumbre, el desasosiego. Seis días después, el martes 5 de febrero, se reúnen cientos de ciudadanos en la Alameda para protestar “ordenada y pacíficamente” por la inseguridad en la “ciudad”. En la concentración, se advierte un pequeño grupo de jóvenes que portan cartulinas, son siete al frente de una fila, tienen pancartas en sus manos hechas de cartulina blanca y papel craft. Entre los mensajes se distingue: no te olvidamos Fran; No estamos todos nos falta Fran; cuando salgo a la calle quiero ser libre, no valiente; yo estoy aquí porque no soporto vivir con miedo, todas ellas son mujeres, miran al suelo afligidas y su rostro es sombrío.

Cuando llega la marcha a la Presidencia municipal, el grupo de jóvenes linces sube las escaleras, se coloca al lado sur de los balcones interiores, y expone sus pancartas. Son doce jóvenes, ahora acompañadas por dos hombres. A pesar de su grupo reducido, son quienes gritan con mayor fuerza y coraje. Termina la manifestación cuando entra una comisión a entrevistarse con la Presidente municipal, pero ellos son excluidos. Bajan, y dos jóvenes son acompañados hasta la oficina del regidor Mauricio Hernández, ahí una organización social les ofrece asesoría legal para la búsqueda. Hablan y señalan que harán una marcha entre los dos campus, pero quisieran que fuera hasta la presidencia municipal, sin embargo dicen que tienen mucho miedo, su mirada huidiza, revela su gran pesar e inseguridad.

Es miércoles 6 de febrero, cientos de jóvenes linces se alinean sobre la calle Antonio García Cubas, que divide la colonia Fovissste y el Campus del ITC. La mayoría lleva ropa blanca, sus rostros son de confusión y duda. La marcha es muy corta, 750 metros pactados un día antes con la Presidente municipal, el Consejo Estudiantil y las autoridades del ITC. Será “pacífica y respetuosa”, anuncian. Camino con Mauricio desde atrás de la marcha, Ara Morales nos acompaña.

En las canchas dentro del Campus viejo, se ha instalado un templete y ahí se concentran los jóvenes, hay dos mensajes de la hermana de Fran, uno agradeciendo el apoyo para encontrarla, y otro para Fran, que parece haber sido rasurado: “si nos estás escuchando: sé que nos estás viendo, te esperamos tu familia”. El consejo estudiantil, solicita en doce puntos mayor seguridad, omiten mencionar o exigir la búsqueda de Fran. Hay una intervención oficial del ITC, señala de manera escueta que no hay información oficial sobre el paradero de Francisca Arreguín Hernández. Al final, se escucha un discurso fuera de guion, es de Bárbara Rosales, regidora del Ayuntamiento, manifiesta su preocupación por la desaparición. Ninguna autoridad municipal, estatal o federal estuvo presente. Todo está bajo control.

Los días transcurren de manera extraña, hay en esta ciudad, de las mas violentas del país, mucha confusión, siguen apareciendo anuncios en redes sociales sobre la desaparición de Fran, pero ninguna noticia que sugiera o indique algún resultado. Solo se percibe la búsqueda de los familiares, pero ninguna autoridad menciona o declara algo sobre la investigación, da la impresión que están olvidando o dejando que el tiempo deje atrás la memoria colectiva sobre el paradero de Fran. Hay silencio, y sospecha.

El día 4 de marzo, en la salida de San Miguel, rumbo a Guanajuato, en un lugar llamado la Esmeralda reportan un cuerpo abandonado. La carretera está cerrada, el punto se encuentra a 15 minutos del centro. El portal, San Miguel Noticias con Valor, recibe también el mensaje, lo registra y pregunta a la autoridad municipal, y lo reportan como información falsa.

El 12 de marzo una persona reporta el hallazgo de un cuerpo, en esa misma zona de la Esmeralda, y espera a la llegada de la policía. El Semefo de San Miguel de Allende, acude al llamado y encuentra un cuerpo “carcomido, en hueso y piel”, donde se aprecia a simple vista que es mujer y algunos rasgos faciales. Lleva pantalón color oscuro (tipo mezclilla como negro), blusa azul, y tenis blancos. No esta desnuda, y “la ropa está casi integra”. Ningún medio de comunicación lo reporta. El Semefo como siempre, es una tumba para más desconocidos.

El martes 19 de marzo, llega a la redacción de un noticiero local, un mensaje preguntando sobre la identificación del cuerpo encontrado 7 días antes. Por una intuición extraña, se comunican con la familia para informarles del suceso. Mientras en Celaya, se anuncia ese mismo día la marcha “Linces seguros”. Al día siguiente, la familia de Fran llega al Semefo directamente, y preguntan por la chica no identificada, y les contestan que no es Fran.

A partir de esa visita, la familia de Fran pregunta diariamente por ella en el Servicio médico forense, y por otro lado, la prensa pregunta en la oficina de Comunicación de la Fiscalía del Estado de Guanajuato sin encontrar respuesta.

Llegó el viernes 22 de marzo. Los jóvenes linces, se concentran en el espacio donde habían disertado 23 días antes. Salen distintos, hay una actitud decidida, su rostro y su expresión corporal es segura. Las primeras pancartas, hechas minutos antes bajo las sombras de los árboles, marcarían el tono: “No confiamos en la policía”. La dirección del ITC, nuevamente con el Consejo Estudiantil ha señalado los límites de la protesta. Cerrarán la avenida tecnológica, de sur a norte, en su carril derecho. Exactamente en la esquina del plantel escolar han colocado un pequeño templete con bocinas y micrófonos para repetir la faena.

Al Consejo Estudiantil lo han denunciado días antes, por la adhesión al PAN, de sus principales líderes. Los jóvenes linces ya no confían en ellos. Los linces salen con rapidez por las puertas del ITC, doblan en la esquina y enfilan al sur en sentido contrario a la circulación. En el puente que une los extremos de la avenida, los líderes intentan frenar la marcha, se detienen un minuto, los linces siguen avanzando bajo la supervisión de unos 15 maestros. Llegan a Avenida Irrigación y nuevamente, tratan de parar a los jóvenes, se abren de pies y brazos, pero se empiezan a escuchar cientos de voces gritando: ¡Presidencia, presidencia, presidencia! La fila de linces, se ondula hacia la derecha y caminan coreando, ¡seguridad, seguridad! Llega el último intento de frenarlos, y los Consejeros, derrotados, se integran a la misma. Al frente de la marcha los carteles demandando la presencia de Fran se hacen visibles. Son cerca de 1200 jóvenes, que caminan y corean libremente, son gritos de impotencia, dolor y enojo, pero al fin gritos libres.

La marcha de la dignidad lince, rompe el cerco de los directivos y del consejo estudiantil, tiene la fuerza de clamar en la calle por Francisca, pero los líderes recuperan el control cuando llegan a Presidencia municipal. Entran decenas de estudiantes, y esperan pacientemente. Los consejeros van y vienen. Les improvisan un equipo de sonido y arengan sin mayor contenido.  En los discursos, solo hay una débil referencia a Fran. Me retiro de esa marcha con una sensación de desasosiego. En mi columna semanal, escribo: la desaparición de Fran, y el absoluto silencio de las autoridades sobre su paradero, es presagio de impunidad y complicidad que lastima a todos los celayenses.

El domingo 24 de marzo la familia de Fran, acude nuevamente al Semefo, y finalmente les dicen “que no insistan, que la víctima ya había sido identificada por sus familiares”. Se retiran del lugar sin haber tenido la posibilidad de verla ni por un segundo, se van con un hueco en la vida. La oficina de comunicación de la Fiscalía, el lunes 25, después de negar con prepotencia la posibilidad de una pista segura, se compromete con la prensa a investigar. La marcha Lince parecía que solo había sido escuchada en las calles de Celaya, y sepultada a su paso por el panteón municipal.

En el curso de la última semana de marzo, los familiares van a Celaya a tomarse pruebas de ADN, y el viernes 29 son llamados al Semefo de San Miguel de Allende. El sábado 30, la familia de Fran se comunicó con el Portal, San Miguel Noticias con valor, para informarles que un día antes habían reconocido el cuerpo de Fran, y que estaba muerta.

El sábado 30 después de mediodía, con la autorización de la familia de Fran, se publica su deceso. En las siguientes horas, los medios de comunicación locales, y nacionales dan la noticia. El Director del Tecnológico de México en Celaya, señala que: “comparte la tristeza que embarga a su familia por lo que exigimos a la Fiscalía del estado de Guanajuato se esclarezcan los hechos de este lamentable suceso”.

El lunes, el primer día de abril, a la sombra de un viejo árbol, los amigos de Fran le colocan sobre una banca, un pequeño altar rodeado de veladoras, rosas y un mensaje que sobresale: esto no se va a quedar así…  En medio de la consternación estudiantil, la Fiscalía del Estado de Guanajuato señaló: “no es verdad” lo publicado en la condolencia por el Tecnológico. Pero, por la tarde, confirma la muerte de Fran. El periodista, Miguel Ramírez, que dio seguimiento diario a la búsqueda de la lince, Francisca Arreguín Hernández, publica ese mismo día, en su página personal: El caso de Francisca me duele en el alma… Viví de cerca el largo viacrucis que les hicieron pasar… y resulta que sí era, tras un mes en la morgue. Así como ellos me gritaron, ahora yo digo, ¡no tienen madre!

El boleto ganador de la lotería del 29 de enero del 2019, fue el 28842. La suerte no es pareja.

 

Con información de: Periódico Correo, Sol del Bajío, AM, Apro, San Miguel Noticias con valor, y propia.