Por: José Luis Ramírez
EL TIGRE ESTA INQUIETO.
Desde las elecciones presidenciales de 1988, hay 5 focos rojos que definen cada seis años el futuro de la nación: La campaña, el receso para ir a votar, la votación, el conteo rápido y el final, y la respuesta frente a los resultados. Cada uno parece la consecuencia de otro, o para decirlo de otro modo, es un orden preciso, pero en política y sobre todo en la lucha por el poder político, ese orden puede ser manipulado, y por eso, es peligroso.
La campaña. Hoy que escribo estas líneas se terminaron las campañas, nadie puede hacer propaganda electoral. Suponemos que cada participante realizó una jornada de promoción electoral en términos de ley, y que eso, definirá la aceptación o el rechazo a la representación deseada. Pero en México no es así, una campaña se decide por el dinero invertido, y no siempre por el liderazgo real, o por la exactitud y corrección de la oferta programática que se haya enarbolado. Cada candidatura requiere un gasto específico para ganar, por eso y para eso hay inversionistas. Una candidatura a diputado federal, esta tasada en cerca de tres millones de pesos de inversión, que recuperarán en los remates que se hacen del patrimonio nacional en el Congreso y el Senado. En muchos lugares, solo vimos inversiones, no campañas electorales. Los liderazgos reales, suman por su propia naturaleza gente y votos, esos son raros y pocos.
El receso. Durante tres días se abre una espera, para preparar la infraestructura electoral, y claro, para que los ciudadanos vayan a votar. Los candidatos mientras tanto, pareciera que se van a descansar del trajín al que fueron sometidos durante semanas de campaña. En algunos casos estarán coordinando la estructura de vigilancia y supervisión del proceso electoral, en otros, estarán afinando las mil y unas trampas que realizarán para inclinar la votación a su favor. Hoy los fraudes electorales son el pan de cada tres años, y son de un mecanismo matemático, aceitado con un cinismo que va de 500, a 1500 pesos por voto. Para ello, se requiere un ejército de personeros dedicados a esa noble y altruista labor de comprar conciencias, y defraudar a la nación.
En estos días de receso el “mercado negro electoral” crece con la entrega de tarjetas, con despensas, dinero en efectivo, e incluso con la venta de votos a través de las redes sociales, o los mercados electrónicos.
La votación. El domingo de la elección es el día de la confirmación de quien ya ganó desde el comienzo de la campaña, los funcionarios solo determinaran el número de votos y los votantes que entraran a la casilla para confirmar el veredicto de las encuestas o el peso contundente de la inversión. Los dados cargados, suelen ser tan parecidos a las urnas electorales. Recordemos que una votación esta en las manos de los gobiernos en turno, quienes son el fiel de la balanza. Desde luego, las excepciones pueden convertirse en contiendas competidas, y no necesariamente por planteamientos ideológicos, o programáticos antagónicos, sino por intereses materiales. Rara avis, es aquella que levanta el vuelo sobre los pantanos, pero las hay, y son las que hoy, se encuentran en las preferencias electorales.
La votación masiva y en cascada, ha sido en el siglo XXI, un fenómeno recurrente en el año 2000 con el Pan, en el 2012 con el Pri, y se presupone que lo será este 2018 con Morena. Esa votación masiva, en el caso de Morena fue creciendo desde el 2006 con el Prd, hasta lograr un número impresionante, hoy estamos hablando del partido más joven con una votación que superará los 30 millones de sufragios.
El conteo final. Los resultados del conteo, sobre todo en la elección presidencial, siempre han estado bajo la sombra de la sospecha. En 1988, Cuauhtémoc Cárdenas, de acuerdo a la versión histórica, ganó la elección a Carlos Salinas de Gortari, y justamente en el conteo, el sistema de cómputo, “se cayó”, y triunfo Salinas de Gortari. En el 2006, el conteo de los votos le dio una diferencia de 0.1% mil votos a favor de Felipe Calderón y perdió Andrés Manuel López Obrador.
La impresión ciudadana y su percepción sobre el conteo, es de una desconfianza total. En el curso de horas, la voluntad popular, es decir, el voto de millones de personas puede ser anulado, bloqueado, desviado, o simplemente alterada por medios tan disímbolos como un conteo electrónico, manual, o suplantado, desde luego con el apoyo de las instituciones del Estado.
Es así que los instrumentos de medición como el Conteo Rápido, los electores lejos de verlo como un elemento de certidumbre, lo ven como un procedimiento estadístico para retorcer con oportunidad las tendencias de los resultados finales de una elección y la certeza jurídica de la elección.
En el curso del conteo, el Prep ha sido el medio para preparar al electorado para un resultado prefabricado, e igualmente, para encender las alarmas del fraude. Sobre todo, cuando estos van en dirección contraria a la inclinación social del voto.
El hecho de conocer, en tiempo real a través de Internet, los resultados preliminares de las elecciones la misma noche de la Jornada Electoral, no pone en duda su eficacia, sino el origen de esa información que se legitima en el PREP.
La respuesta. En 1988 después de los resultados negativos de la elección, Cárdenas llamó a una concentración masiva para protestar por los resultados. El centro histórico de la ciudad de México: el zócalo y sus calles aledañas se llenaron de mas de 100 mil personas. Eran los tiempos en que la perestroika rusa, sin derramar una gota de sangre, había cambiado el sistema socialista imperante en Alemania democrática RDA, Polonia, Bulgaria, Rumania, Checoslovaquia, y mas países, haciendo de la movilización popular el instrumento de cambio. En México, la “caída del sistema” de cómputo electoral, cimbró a la sociedad mexicana, “la dictadura perfecta” del Pri, parecía que se caería como los muros de Berlín, pero después de un discurso de Cárdenas, que se convirtió en elogio de la derrota, decenas de miles de mexicanos fueron regresados a sus casas con el corazón y la desilusión en la mano.
El 2006, el INE dio a Felipe Calderón el triunfo de la elección, con una diferencia de una décima de punto con relación a Lopez Obrador. La frase de Calderón, pintó de cuerpo entero el resultado: “haiga sido como haiga sido”. La falla recurrente del sistema durante la madrugada nuevamente manchó la elección y la respuesta fueron grandes manifestaciones en el país, y principalmente en la ciudad de México.
El día de la toma de protesta, Felipe Calderón entró de manera furtiva al Congreso, pero la respuesta al fraude electoral de los perredistas de aquel tiempo, fue la toma de la tribuna, impidiendo que fuese una ceremonia solemne, y por el contrario, en medio de una gresca Calderón, se impuso como el Presidente de la República mexicana. La prudencia y la mesura se impusieron nuevamente, y Amlo volvería seis años después a una nueva elección.
La sociedad mexicana, ha tenido durante los últimos 30 años amargas experiencias con los procesos electorales. Su respuesta si bien ha sido mesurada, incluso al punto de la resignación, esto ha sido un factor que no se ha registrado correctamente. El INE, lejos de convertirse en un árbitro con autoridad moral, se ha convertido como otras tantas instituciones en presa de las tentaciones fraudulentas. En esta elección el Ine llega disminuido, con una actitud permisiva, y cobijado con un manto de miles de millones de pesos para su gasto burocrático y operativo.
En esta elección los focos rojos se han encendido. La marea humana descontenta y desesperanzada, ha encontrado una oportunidad para drenar la descomposición política que afecta a toda la sociedad. La democracia como antídoto a la corrupción imperante, es la expectativa mas esperada después de la elección del próximo domingo. Salir a votar con convicción y dignidad es una responsabilidad personal, de lo que ocurra si no respetan nuestro voto, eso es otro boleto. El tigre está inquieto.
Revolcadero.
Los empleados de Elvira Paniagua ya están con nombramiento en mano. ¿Usted qué opina?