Por: José Luis Ramírez
Hace una semana le comentaba una frase del indescifrable Maquiavelo, cuyo libro es la almohada de cabecera de algunos políticos; hoy viene a mi mente otra de Carlos Fuentes de su libro, La Silla del Águila: todo político tiene que ser hipócrita. Para ascender, todo se vale. Pero no hay que ser solo falso, sino astuto. Todo político asciende con una cauda de desgracias amarradas…
Le comento, he seguido semana a semana durante más de seis años el gobierno municipal de Celaya, mis notas editoriales han dado cuenta del trabajo de las administraciones anteriores a ésta. Hay una mecánica que la ley establece, son procesos que se deben realizar en cada cambio de administración, y en la gestión de la misma. Desde luego, eso no significa que se hagan, y ese es el punto de mis cuestionamientos, la simulación o el incumplimiento de sus obligaciones.
En cincuenta días de este gobierno municipal, no solo se advierte la continuación de las administraciones anteriores (Rubrum 26/11/24), sino hay una conducta que pasa por alto la normativa legal derivada de nuestra máxima Ley. De la omisión del razonamiento, y sin conocimiento pasan al atropello de la democracia. Pero finalmente, el estatus jurídico federal, estatal y municipal los obligará a poner los pies en la tierra.
Estas prácticas que estamos observando en el terreno de la administración municipal se repiten: despidos y prebendas; intentos de compras de tecnología millonaria; despachos externos para realizar las tareas que le corresponden al municipio; asesores de gabinete con salarios de supersabios, pero que no tienen mayor experiencia; directivos que no saben usar tecnologías digitales, pero que su trabajo es hacer listas de trabajadores municipales para que los despidan. Al igual que en los regímenes totalitarios.
Bajo una trasnochada idea política, y reliquia de tiempos pasados, en la presidencia municipal de Celaya se recurre a las purgas estalinistas o purgas políticas que, en el uso de las ciencias sociales, no es ni más ni menos, la remoción de personas consideradas peligrosas o indeseables por parte de los lideres de un gobierno u otra organización política o religiosa, con el objetivo de mantenerse en el poder. Totalmente ilegal, e inmoral.
Pero lo irónico, como todo lo que toca el ciudadano alcalde de Celaya, hace las cosas al revés. En la práctica, llegan al primer nivel, algunos personajes de oscura procedencia política, e incluso promotores de la ultraderecha y de candidaturas como la de Eduardo Verastegui. Igualmente, perviven escondidos, camuflajeados, servidores públicos de primer, y segundo nivel de las anteriores administraciones que convalidaron los excesos, las argucias legales para la distracción de recursos públicos, y siguen cobrando en la nómina como premio o como fruto de negociaciones inexplicables. Pero por otro lado, a trabajadores institucionales que tienen años haciendo funcionar la maquinaria del municipio, son violentados y amenazados con el despido fulminante, sin considerar que sin ellos, la administración ya hubiera colapsado.
La amenaza de despido de mil cien empleados porque “les han perdido la confianza”, dicho en plural por el ciudadano alcalde, hace pensar que los 15 ediles que forman el Ayuntamiento desconfían de ellos. ¿Eso es cierto? O se refiere a los que en su semblanza en el Periódico AM (24-11-2024), enumera entre 3 ó 4 que sí les tiene confianza… Por cierto, ¿los otros deberían estar preocupados, y los 5 de la oposición deberían estar aplaudiendo?
Cada fin de administración los empleados con base aumentan, y corren a los verdaderos trabajadores, o aquellos que no han logrado ser sindicalizados. Acosan a trabajadores modestos, pero a los verdaderos pillos, en este caso, antes de terminar la administración los dejaron irse con liquidaciones injustificadas, e incluso con pleitos administrativos, y hoyos negros en sus puestos. Y claro, hay otros con una conducta ética deplorable, en pleno conflicto de interés, como en Contraloría Municipal en donde su titular sumó hasta 8 quejas en Derechos Humanos -PRODHEG- por acoso laboral, y allí está como si nada, seguirá cobrando más víctimas en completa impunidad. Claro, estos sí gozan de absoluta confianza del alcalde Ramírez.
En estas 6 semanas de tropiezos, en donde advierten propios y extraños que el “gobierno de Celaya… va rumbo al precipicio, sino es que ya está ahí desde hace mucho” (YERBAMALA 23/11/2024), una de las causas es que la confianza como moneda de escaso valor, va girando en una desbocada y patética carrera por la próxima candidatura municipal al 2027. Así lo refiere otro diario de circulación estatal: “El protagonismo desmedido del Secretario del Ayuntamiento de Celaya, Daniel Nieto Martínez, comienza a generar dudas sobre sus aspiraciones anticipadas en búsqueda de la Presidencia Municipal”. (La Olla, am 24/11/2024).
A cincuenta días ya hay dos preguntas públicas que se hacen frecuentes: ¿A quién le tiene confianza el alcalde? ¿Quién le tiene confianza al alcalde? En ambas, los hechos hablan por sí solos.
Por ejemplo, el viernes 22 de noviembre en plena sesión del Ayuntamiento, se debatió el gasto de 6 millones 400 mil pesos para el pago de un despacho de León, que sirvió como notificador y gestor de la firma de una parte, hasta hora, de los “fedepales” despedidos. Sin conocimiento del convenio, ni de los servicios contratados se puso a votación el dictamen para el traspaso de recursos y su disposición final. Además de la cantidad excesiva para dicho gasto, pasaron por alto que, en la administración municipal se permitirá únicamente la subcontratación de servicios especializados o de ejecución de obras especializadas, siempre que el contratista esté registrado en el padrón público, y “no podrá abarcar la totalidad de las actividades, iguales o similares en su totalidad, que se desarrollen en el centro de trabajo”. Y claro, como son de la ciudad de León, a ellos el alcalde sí les tiene confianza.
Desde luego, medidas como el reforzamiento de la seguridad municipal siempre son bienvenidas, pero cuando los costos son oscilantes dejan más dudas que respuestas. El 1 de noviembre, Zona Franca, reporta que la Secretaría de Seguridad Ciudadana de Celaya requiere de 130 millones de pesos para actualizar y “limpiar” la red del Centro de Comando, Control y Comunicación (C4).
El 15 de noviembre, el medio de comunicación La Silla Rota, informa que “por presunto hackeo al C4 el alcalde de Celaya destinará 67 MDP para depurar sistemas de cómputo”. Añade, “Juan Miguel Ramírez no está seguro del hackeo, pero invertirá ese dinero porque “puede haber ese problema”; el director de Policía Bernardo Cajero, lo desmiente al asegurar que no se ha detectado intervención externa al C4”. Las discrepancias no solo son por los costos millonarios, sino también por afirmaciones con un alto grado de riesgo. Hoy 29 de noviembre, en sesión del pleno del Ayuntamiento, se reasignaron 20 millones de pesos para el mantenimiento de las cámaras del C4 (El Sol del Bajío). Desde luego, los celayenses no pasan por alto estas noticias.
Otro asunto de suma importancia es el pago para la realización del Programa de gobierno municipal 2024-2027, que es un mandato legal. En las últimas administraciones, Enrique Lemus Muñoz Ledo, presidente del Consorcio Educativo, hermano del expresidente municipal Ramón Lemus, lo gestionó, inicialmente con un costo de 1 millón 600 mil pesos; con Elvira Paniagua bajó a 1 millón 200 mil pesos; el ciudadano Mendoza Márquez, informó en su momento que tendría un costo de 900 mil pesos, luego lo reconsideró y dijo que tendría un costo menor. Ahora con el ciudadano Ramírez, nos dice que costará entre 700 y 800 mil pesitos y que contratará un despacho, lo mismo nada más que revolcado.
¿Tiene importancia el costo? desde luego que sí. Porque de acuerdo a La Ley Orgánica Municipal, refiere que: Artículo 102. “El Programa de Gobierno Municipal será elaborado por el organismo municipal de planeación (IMIPE), con la colaboración de las dependencias y entidades de la administración pública municipal y el Consejo de Planeación de Desarrollo Municipal; el cual será sometido a la aprobación del Ayuntamiento dentro de los primeros cuatro meses de su gestión; tendrá una vigencia de tres años y deberá ser evaluado anualmente. El viernes 29 de noviembre, el municipio de León anunció la aprobación del programa de gobierno por su Ayuntamiento, por acá todavía ni a borrador llegan. ¿O sí?
Le comento, el Programa de Gobierno Municipal, si está bien realizado, será la ruta de vida para la ciudad en los próximos tres años, y en consecuencia para sus habitantes, por ello, las respuestas deben ser pensadas en función a la nueva realidad que hoy se agudiza: inseguridad, vulnerabilidad social, incertidumbre laboral, violencia intrafamiliar, pérdida del poder de compra, crisis hídrica, riesgos en la salud, delincuencia organizada, crímenes de alto impacto, pobreza, falta de credibilidad en las instituciones políticas, y un escenario nuevo, una administración ortodoxa, emergente, sin definiciones, ni experiencia, que camina sobre un suelo lodoso.
Mi estimado Aldo Huxley decía, “los hechos no dejan de existir, aunque se los ignore”. Y esos hechos, son los que generan una percepción ciudadana de la política y los políticos. La encuestadora Mitofsky, en su encuesta del mes de octubre y noviembre, señala como “PÉSMO” a el gobierno municipal de Celaya; la empresa RUBRUM, en su encuesta del mes de noviembre, refiere que los celayenses califican de uno a nueve a la actual administración municipal, de este modo: Seguridad: 3.5; Desempeño, 5; Servicios Públicos 5.1 y Cercanía 5.2; y la casa encuestadora Massive Caller, publica el 19 de noviembre en la misma encuesta dos datos distintos con relación a la percepción de inseguridad: en uno, Celaya ocupa el LUGAR 71 con 50.4%, y en otro, el LUGAR 125, con 78.4%, es decir el último lugar de las 125 ciudades del país encuestadas.
Por ahora, a 50 días de haberse iniciado este gobierno municipal con una expectativa muy alta por parte de los celayenses, el bono democrático o confianza por inicio de administración, lejos de mantenerse, disminuye dramáticamente. Y es grave, sumamente grave, porque el esfuerzo principal era frenar la bola de nieve que arrastró a las tres administraciones anteriores, y qué al repetir los mismos esquemas por el ciudadano Ramírez, el resultado no será diferente.
Revolcadero.
MAS DESCONFIANZA. El alcalde de Celaya no ha denunciado amenazas porque desconfía de la Fiscalía General del Estado de Guanajuato (Reporte Bajío 29/11/2024). El 911 lo mandó a la basura.