Opinión

DOBLE O NADA

DIABLO, CARNE Y MUNDO

Por: José Luis Ramírez

Cobijados por la Ley, o simplemente por cuestiones de interpretación de la misma, muchos políticos van por la vida sin pena, pero tampoco sin gloria. Pero déjeme decirle que de cierto la gloria tampoco les importa, pero en cambio, la verdad, sí, y mucho, sobre todo cuando se hace pública e incomoda.

Si bien es cierto, que los renglones torcidos de la Ley, algunos son menores, otros de plano, se catapultan. Aceptar que hay una equivocación de 360 grados en la Ley, no es fácil, pero dejarla intocable, es perverso.

En este tema llevado y traído de Jorge Armengol, han salido varios datos que la ciudadanía solo conocía a medias: uno, que no fue renuncia, que fue despido injustificado; dos, no fueron 300 mil pesos, sino $ 363, 409.10, mas $ 48, 405.88 de su fondo de ahorro. Finalmente, en números redondos, se llevó: $ 411, 814.98. Lo despiden en una institución paramunicipal, y se brinca al municipio, pero ahora en el Ayuntamiento como Síndico Municipal. ¿Qué le permite este puente laboral de terciopelo y oro?

¿Se lo permite la Ley? Se fuese así, sería lo correcto en tanto que la Ley, ha sido producto de una legislación vigente. Pero, el acto, quizá no lo es. Y si el acto no es legal, la conducta desde luego es reprobable. El dilema no es la Ley, el dilema es la interpretación para beneficiarse sin importar un pingüino lo que piense la sociedad.

El dinero sin lugar a dudas es el lubricante de la vida política. Ha descompuesto todo valor moral y ético. Se buscan los puestos públicos por el poder y el dinero. La vocación de servir, es un asunto que no les importa, ni les interesa. Para eso hacen uso faccioso de la Ley.

Veamos como la otra cara del suculento despido del susodicho, tiene que ver con el uso discrecional de la Ley: el patrón, en este caso Jumapa y su dueño, el ciudadano Villegas ¿puede justificar el despido, desde el punto de vista de causales válidas para la Ley y la sociedad? O simplemente, abusando de su jerarquía toma una decisión personal de despedir a Armengol, al fin y al cabo, lo finiquitará con dinero público. Fácilmente le impone esta decisión al Consejo de Jumapa, y todo tiene un final feliz. ¿Qué justifica el despido? ¿El poder?

Este tema de Armengol y Villegas, me trae a la memoria a Sor Juana, y esos versos que a trecientos años son tan puntuales: ¿O cuál es más de culpar, aunque cualquiera mal haga:
la que peca por la paga, o el que paga por pecar?

 El despido justificado como se conoce tiene causales, es decir, se despide porque no se es capaz, o bien porque el trabajador afectará con su mismo trabajo o con su conducta el ambiente laboral. ¿Armengol era incapaz, soez, incumplido, afectaba físicamente o moralmente a los ciudadanos? Parece que no. Tenía 5 años laborando para Jumapa, y era el primer encargado de hacer valer la vida legal de Jumapa, al interior y al exterior de la institución. ¿El magnate de Jumapa se pasó de la raya? ¿A Jorge Armengol, lo tentó el diablo?

La Ley Orgánica municipal señala de manera muy clara: “Los integrantes del Ayuntamiento, se abstendrán de perjudicar o lesionar física o moralmente a cualquier ciudadano”. Es verdad que dicho personaje –Armengol-, es miembro del Ayuntamiento Electo, y que aún no toma protesta para hacer cumplir la Ley, ¿pero cómo puede llegar a ser miembro de un cuerpo institucional que representa la dignidad ciudadana, la misma persona que lesiona moralmente no solo a un ciudadano sino a la sociedad?

A propósito de la Ley, el Principio de Legalidad señala: la autoridad municipal únicamente puede hacer lo que la ley le concede y el gobernado TODO LO QUE ESTA NO LE PROHIBE. Está claro, que opinar, juzgar moralmente y éticamente a un servidor público, y próximo representante de “la dignidad ciudadana”, es un derecho de la ciudadanía.

Bajo el anterior Principio de Legalidad: ¿Villegas hizo solo lo que la Ley le concede? ¿Le importó, valoró el hecho de que su decisión afectaba no solo la opinión, sino la moral pública?

Desde luego que este es un tema social, y para información de los pregoneros de la privacidad de la ética, les comento que la Ley señala: en “la Ética de los Integrantes del Ayuntamiento” (dado que lo será el aludido Armengol): guardarán el debido respeto y compostura en el recinto, en sus peticiones, durante las sesiones y en cualquier acto público con motivo de sus funciones, en congruencia con su dignidad de representantes del pueblo y atendiendo al interés público. Y con un señalamiento más: los integrantes del Ayuntamiento, se abstendrán de perjudicar o lesionar física o moralmente a cualquier ciudadano.

De cierto, la sociedad les ha dejado las manos desatadas a quienes han hecho uso y abuso de la Hacienda pública. Ya es tiempo de ponerle un freno a este despojos en tierra llana. Para cerrar este tema, le dejo una paráfrasis con los versos de Juana Inés de Asbaje y Ramírez de Santillana: pues en promesa e instancia, hemos juntado diablo, carne y mundo.

Revolcadero.

…todo político tiene que ser hipócrita. Para ascender, todo se vale. Pero no hay que ser sólo falso, sino astuto. Todo político asciende con una cauda de desgracias amarradas…

Carlos Fuentes (La silla del águila)