Gerardo Fernández Noroña ha rebasado los límites entre la oportunidad política, y el oportunismo porril. Su narrativa excluyente parte de consideraciones doctrinarias, moldeadas por un vehemente deseo de poder, y una necesidad inocultable de ocupar el espacio público a cualquier costo.
La legitimidad de su discurso la prende con alfileres; se escuda en la precariedad de su origen social para descalificar y denostar lo que no encaja con su visióndel mundo. A estas alturas, su trayectoria política se destiñe al punto de negarse a sí mismo.
La narrativa que apaga el fuego con gasolina.
La ejecución de Carlos Manzo, alcalde de Uruapan, generó un rechazo moral nacional, no solo como una reacción ética individual, sino como un fenómeno colectivo que tomó las plazas públicas, y exhibió la desconfianza, la violencia normalizada, la manipulación narrativa de la tragedia, pero eso no fue suficiente para la mesura, sino que Noroña encontró el pretexto para usar los medios de comunicación, y atizar la confrontación social. Como si eso hiciera falta en este momento de tentaciones autoritarias.
Todavía con el luto colectivo en Uruapan, y el enojo manifiesto, Noroña, se pronunció en contra de Grecia Quiroz, alcaldesa sustituta de Uruapan, y viuda de Carlos Manso. La acusa de irresponsable por señalar a “Godoy, a Morón como posibles responsables”. Abunda, “evidentemente que es una declaración política donde ella, pues, ya la ambición se le despertó y va por la gubernatura de Michoacán, se los firmo, va a ser candidata, este, de ahí a que nos gane hay un mar de distancia”. Omitió señalar que Grecia Quiroz, solo reiteró la denuncia pública que advirtió en vida su esposo, y pedía que se investigara.
Los señalamientos de Noroña, van más allá de simples contradicciones; revela que lo impropio para otros, solo es bueno para él; sataniza la “declaración política”, pero él la ejerce; señala a la víctima de irresponsabilidad, pero él se asume como una voz responsable en medio de una tragedia nacional; en donde hay ambición despertada e insana, en ellos hay ambición legitima; mientras descalifica la candidatura ajena, aprueba la de ellos; festina a priori el triunfo de su candidato, y vaticina la derrota de sus posibles adversarios. Pero no terminó ahí.
Violencia política de género, y el silencio institucional.
En el Senado de la República, precisamente el día 25 de noviembre, declarado en 1999 por la Asamblea General de las Naciones Unidas como el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres, continuó con la revictimización a Grecia Quiroz.
En su arraigada costumbre de denostar desde la tribuna a quien presume como su enemigo, dijo: “Sostengo que la alcaldesa Quiroz de Uruapan ha decidido asumir una posición de ultraderecha fascista y que se le ha despertado la ambición y que buscará la gubernatura de Michoacán, pero nuestro movimiento mantendrá el gobierno de Michoacán y la mayoría de los gobiernos en disputa en 2027.”
No mide el tamaño de la descalificación: la acusa de “ultraderecha fascista”, que sin lugar a dudas genera un ánimo de odio desde su posición de liderazgo partidista, y señala que “mantendrá su movimiento el gobierno de Michoacán”. Pero cae en su propia trampa, no advierte que su afirmación lleva implícita la idea de la continuidad gubernamental, y con ello, el mismo estado de cosas. A esto me refiero.
Poder, violencia, y ruina en Michoacán
En Michoacán el crimen organizado ha dejado un impacto de más de 27 mil homicidios en 20 años; 8,755 desapariciones forzadas; 18 alcaldes ejecutados; una percepción de inseguridad en Uruapan de 88.7%. En consecuencia, una economía local marcada por extorsiones y parálisis de actividades productivas. Todo ello porque el estado enfrenta la operación de 17 grupos delictivos, con fuerte influencia territorial y política.
Igualmente, la extorsión (“cobro de piso”) afecta a casi todos los sectores productivos; paraliza el comercio local y obliga a transportistas, agricultores y pequeños negocios a pagar cuotas que reducen márgenes de ganancia hasta en 30–40%; la violencia ha frenado inversión y turismo, provocando una contracción económica estimada en miles de millones de pesos anuales. ¿Ha gobernado la ultraderecha fascista los últimos 25 años en Michoacán? Desde luego qué no. ¿Quién lo ha hecho?
La violencia verbal como ganancia política.
Acusar de fascista a Grecia Quiroz, en un entorno como el anterior, es una muestra de calidad humana diluida en afanes de protagonismo político, y desbordado afán por influir en los espacios de decisión electoral del 2027. ¿Quién puede pensar que la conducta de Noroña, está cercana a un pensamiento creativo y constructivo que exigen los nuevos tiempos? Él, es la viva encarnación de la violencia verbal que termina por hablar a solas consigo mismo como lo vimos en el Senado.
Noroña me sugiere cierto paralelo con el pasaje escrito por Carlos Fuentes, en su libro La Silla del Águila: “Cree que todo el mundo tiene que soportarlo porque él viene de muy abajo. Su humildad cabizbaja, alimenta su insolente soberbia. Eso es lo que perdió a Nixon: la nostalgia del fango, la desesperada vocación de regresar al albañal de la nada para purgarse del mal, sin darse cuenta de que sólo volvía a bañarse en el lodo de sus orígenes”. Uruapan, es la prolongación de una línea discursiva de Noroña, que deja dividendos, y odios calculados.
Estoy cierto, que las flores en la tumba de Carlos Manzo aún no se marchitan del todo. Pareciera que hay una urgencia por borrar cualquier asomo de rebelión política, con la intención siniestra de ocultar el pasado de complicidades entre los políticos y los delincuentes. ¿De qué otro modo pudo brotar el fango y la risa cruel de la muerte? Michoacán está en busca de sepultureros, que al final terminarán en el archivo muerto de la historia.
REVOLCADERO. Las movilizaciones por la paz, la seguridad, y la justicia para el campo y la ciudad, en este momento ya son un acto de sobrevivencia para el pueblo, e incomodidad para la burocracia política embriagada de poder. No hay que olvidar que los privilegiados, no protestan, no marchan: ellos acuerdan y negocian en dólares y en horas de oficina.




